jueves, 28 de junio de 2012

Torrecárdenas, siglo XIX




Vamos a ver si somos capaces de que a algún burócrata del sistema médico andaluz se le agrie el café con porras o, al menos, se le traspase un mínimo del morrocotudo cabreo que tengo desde el sábado por la tarde. Aunque, la verdad, para ello habría que presuponer que alguno de estos reyezuelos del funcionariado médico-sanitario tiene un milímetro más de vergüenza que quienes los representaban ese día en el ‘magno’complejo hospitalario almeriense, un foco irreductible del espíritu decimonónico aplicado a la medicina y a la asistencia sanitaria.



Les cuento la historia. Todo comienza hace una semana, cuando un familiar directo, retorcido de dolor como una culebra, llega a las urgencias de esa ‘choza’ médica con que nos obsequian nuestros hermanos mayores de Sevilla. El doctor, o lo que sea que le atiende, tras una exploración de cinco minutos, decide que tiene gastroenteritis, le administra un par de medicamentos y a casa. Ni una prueba. Pasan los días y el sábado, tras casi una semana de una gastroenteritis fantasma, asaeteado por el dolor, decide cuestionar la opinión del galeno y regresa al ‘tugurio’ médico de Torrecárdenas, entrando a las cuatro de la tarde en Urgencias. Y comienza el festival. Lo primero es su hacinamiento en una sala irónicamente llamada ‘de sillones’, donde permanecerá ¡doce! horas sentado y mezclado ‘codo con codo’con otra veintena de pacientes, entre vómitos y gritos de dolor.



Tras cinco horas, el paciente no ha sido sometido a ninguna prueba, con lo cual la familia comienza a demandar información y responde la primera ‘premio nóbel’ de la noche, una doctora que asegura no saber nada y que ya se le practicarán pruebas. A esperar. El segundo‘doctor honoris causa’ que ‘sufre’ las demandas informativas de la familia es un celador de ‘información’, a eso de medianoche, tras ocho horas de ingreso, que responde a los familiares que para qué quieren hablar con la doctora. Obviamente, para comentar el partido, que ha ganando España. Se arma el primer Belén, porque resulta que la familia no es un rebaño y exige el cumplimiento de uno de los derechos profusamente expuestos en la pared, en la carta de derechos del paciente: “recibir información precisa sobre su estado, él y sus familiares”.



Entre medianoche y las cuatro de la mañana, el paciente es sometido a tres pruebas: analítica, ecografía y tag, pero nadie informa a la familia ni al paciente hasta cerca de las cinco. En ese ínterin, otra doctora, Catalina de nombre, sale a tomar el aire y, preguntada por la familia, dice no saber nada, porque la médico que lo atendió se ha ido a dormir y ella no puede decir nada más. Interrogada sobre por qué tras diez horas no se ha administrado una cama al paciente, dice sentirse acosada y se va ante el peligro de que le agredan. Pasa a la ‘sala de sillones’ y se queja al propio paciente de que su familia la ha acorralado. A las cinco de la mañana, el paciente es trasladado a una cama, la familia despachada y un tercer doctor informa de que, con las tres pruebas en la mano, no puede diagnosticar. Al día siguiente, a mediodía, se le repetirán. Han pasado más de doce horas desde el ingreso, doce horas sin información al paciente ni a la familia, doce horas de malos modos, malas contestaciones, gritos y total desatención. Jamás, digo jamás en la vida, uno se había sentido tan humillado, tan impotente y tan protagonista de una historia de Kafka. ¿Alguien ha explicado a estos señores que son empleados públicos, servidores del ciudadano? ¿Alguien les ha especificado que su trabajo es la salud de las personas? Querido burócrata, en mitad de su enésima modernización de Andalucía, espero al menos haberle agriado el café con porras. Gracias por todo. Y por nada. Firmado, uno de los ciudadanos que pagamos su generoso sueldo.

(HASTA AQUÍ EL ARTÍCULO ORIGINAL, QUE SE PUBLICÓ EL PASADO LUNES. DESDE ENTONCES, ALGUNAS PERSONAS INTERESADAS NO HAN DEJADO DE ENTRAR EN ESTE HILO PARA INSULTAR, DESCALIFICAR Y MENTIR ACERCA DE LOS HECHOS QUE SE NARRAN Y LO HAN HECHO DESDE EL ANONIMATO. HE INTENTADO TODOS LOS MEDIOS CONVENCERLES DE QUE SE IDENTIFICARAN, PARA QUE JUGÁRAMOS TODOS CON LAS MISMAS REGLAS, PERO NO HA SIDO POSIBLE. ELLO ME HA LLEVADO A ELIMINAR LA POSIBILIDAD DE COMENTAR EL BLOG. ESTAMOS TRABAJANDO EN UN NUEVO TIPO DE BLOG QUE NO PERMITA HACER COMENTARIOS SIN ANTES HABERSE IDENTIFICADO DEBIDAMENTE. LO SIENTO POR LOS QUE SÍ OS HABÉIS IDENTIFICADO, PERO ESTE SISTEMA DE BLOG NO NOS PERMITE DIFERENCIAR Y BANEAR EXCLUSIVAMENTE A LOS ANÓNIMOS. ENTRE LOS QUE OS HABÉIS IDENTIFICADO, LO SIENTO SOBRE TODO POR MI HERMANO, AL QUE ESTOS MENTIROSOS Y DESCALIFICADORES ANÓNIMOS HAN OBLIGADO A HACER UN COMENTARIO CORROBORANDO EL DESARROLLO DE LOS HECHOS QUE SE NARRA. UNA PENA QUE LA OBSTINACIÓN EN EL INSULTO Y LA MENTIRA DESDE EL ANONIMATO OS PRIVE DE PODER COMENTAR ESTE ARTÍCULO. YO POR MI PARTE NO PUEDO HACER MÁS QUE LAMENTARLO).

domingo, 17 de junio de 2012


Un médico, un seleccionador y un ministro de Economía



Vivimos en un país, my friend, en el que churras y merinas campan alegremente por la pradera, infelices ellas del carajal que ocasionan en colaboración con todos aquellos que no mueven un dedo por ordenarlas un poco en su pastar, su balar y su depositar; en un país en el que todo se mezcla en una ‘minipimer’ perpetua en la que cada cual cree tener derecho a echar cualquier cosa que le caiga entre las manos. Y en mitad de esa perpetua confusión, confundimos también nuestro derecho a la libertad de expresión con el poder opinar de lo que nos salga de los riñones, sin ninguna reflexión previa sobre las consecuencias que puedan tener nuestras opiniones, sobre la conveniencia o no de fundamentarlas y sobre la profundidad del ridículo que podemos llegar a hacer con su exposición pública.

Siempre se ha dicho que en el alma de todo españolito hay un médico y un seleccionador de fútbol. Se queda corto el aserto. Todos llevamos dentro, además, un ingeniero, un arquitecto, un abogado, un periodista y, ahora también, un ministro de Economía. No creo que sea usted el único que jamás se haya tropezado con quien no se conforma con contravenir la opinión del médico, instándole a ingerir tal o cual remedio casero o incluso administrándote una generosa dosis de tal medicamento, que es ‘mano de santo’ para solucionar sus dolencias. “Los médicos siempre recetan lo mismo”, suele ser el argumento que acompaña a tan temerarias recomendaciones.

Sin embargo, en estos días, los que más afloran son los seleccionadores de fútbol. Por algún escenario extraño en la configuración genética del españolito de a pie, algo nos insta a pensar que el tipo que nos ha llevado a conseguir nuestro único Mundial de fútbol, aquél que ha colocado a nuestra selección en el top 1 del escalafón mundial y que ha liderado la mejor generación de peloteros que jamás nos haya representado, es un simplón, un tuercebotas con suerte al que le ha sonado la flauta una serie de cientos de veces consecutivas, pero que en el fondo no tiene ni puta idea. Y tras un primer empate en la Euro 2012, ya nos hemos aprestado todos a afilar garras y cuchillos para pasárnoslo por la piedra a la primera de cambio. Si mal me parece la congénita falta de memoria de este país, peor aún es la ausencia de respeto al conocimiento y la supina ignorancia de quien, sin haber estado en el lugar, sin conocer de nada a los protagonistas y sin haber abierto un libro de la materia en cuestión en su puñetera vida, se creen mejores que quien sí reúne todas esas condiciones.

También afloran, en esta época, los ministros de Economía por cualquier rincón. Aquellos que, blandiendo un libro o un periódico escritos por quienes tienen intereses en uno u otro sentido, dictan clases magistrales sobre la salida económica del país, cuando no tienen huevos siquiera de gobernar la maltrecha y sencilla economía de sus hogares. Opinen ustedes, todos, sin tener ni idea de lo que hablan; pero no me toquen las  narices insinuando que el vómito de estupideces una detrás de la otra constituyen eso que tanto nos costó conseguir en este país y que llamamos Libertad de Expresión. Porque eso, amigos, eso es otra cosa. No confundamos.

lunes, 11 de junio de 2012


La noche en blanco: ¿para cuándo la próxima?



En un momento en el que parece que nadie da con la tecla, en el que especialmente los políticos parecen atascados en la búsqueda del más mínimo atisbo de soluciones, en el que todo apunta a que la esperanza es tan sólo una puta que va vestida de verde, como diría el clásico, resulta que alguien ha puesto en marcha algo que funciona, que da resultados.

El pasado lunes le proponía, mi querido lector, que nos dejásemos de tonterías; que en lugar de dedicarnos a perseguir a cualquiera que se entretenga en crear valor, riqueza y empleo, nos pongamos manos a la obra para hacerle un monumento. Porque las oficinas del paro parecen el monstruo de las galletas que no se cansa de engullir a españolitos con las ilusiones más gastadas que la suela de un peregrino; porque las empresas han entrado en un atolladero de autodestrucción que amenaza con dejar todo esto como un solar; y porque las administraciones llevan años teniendo toda la pinta de estar más superadas que la moda de las hombreras.

Y en esto, en Almería hemos descubierto la pólvora. A alguien se le ha iluminado la bombilla y ha decidido que llenar las calles de cosas, de espectáculos, de eventos, de tiendas abiertas, de todos los centros de referencia cultural hasta las tantas de la mañana, puede conseguir el milagro de sacar a la gente de sus casas, de hacerles que no se olviden la cartera en el bolsillo de otro pantalón, que consuman, demonios, que es lo que nos hace falta a todos.

Porque es cierto, el viernes por la noche, Almería era una feria, un carrusel, una fiesta colorista e inacabable. Una Nochevieja fuera de hora en la que muchos gastaban dinero y otros pocos recaudaban. Pero no se me engañe, lector amigo, que todos esos que recaudaron en la Noche el Blanco, los bares y restaurantes, las tiendas de todo a veinte duros (que no han vuelto, pero llevan camino de hacerlo), las joyerías, establecimientos de moda, de bisutería o de preservativos de sabores, todos los que dejaron la persiana levantada hasta la una o las dos de la mañana, también tienen vida. Y si esa noche han ganado, tarde o temprano gastarán también; y saldrán el domingo al chiringuito para celebrarlo; y se cambiarán la muela picada que les anda jodiendo desde hace años; y hasta puede que paguen impuestos, si no se lo ponemos muy difícil.

Dinamicemos esto como el viernes demostramos que se puede dinamizar. Dejémonos el papel de fumar en casa, arremanguémonos para arreglar el problema olvidándonos de quién diantres nos metió en él, miremos al futuro y al presente con la misma cara de mala hostia que él nos pone y dejemos las sensiblerías y el pitiminí para otro momento. Por cierto, la próxima Noche en Blanco, ¿para cuándo? ¿El mes que viene? Que hace falta.

sábado, 2 de junio de 2012


¿Y si nos dejamos de tonterías?



Mire usted, ya está bien. Sí, sí; ya está bien de estupideces, de brindis al sol, de alegorías, de serenatas a la luz de la luna y de poesía romántica ante un par de velas perfumadas. Aquí lo que nos estamos jugando, desde hace más tiempo del que a usted le parece, es el pan nuestro y el de nuestros hijos.

Claro que nos gustaría que fuera todo de otra manera, que pudiéramos estar pensando en auroras boreales y en la cara oculta de la luna, pero la realidad es que hay cada día más gente buscando en los contenedores de basura, que los comedores sociales ya no dan abasto, que no tenemos ni puta idea de si cuando vayamos al hospital nos terminarán cobrando o no y, por desgracia, empezamos a estar bastante seguros de que, cuando nos hayamos convertido en flamantes ‘jubiletas’ y por fin nos podamos dedicar a ver obras, no habrá pasta para pagar nuestro dorado y prometido retiro.

Vivimos en un país con más de cinco millones de parados y subiendo. En un país donde ya ha llegado el momento de tocar lo que parecía intocable, de cuestionar determinados aspectos de la educación, la sanidad y las políticas sociales que deberían ser sagrados. Pero ya no hay dinero y todo se ha convertido en pedestre, en opinable y, sobre todo, en sacrificable. Y en mitad de todo esto, seguimos siendo víctimas de una panda de burócratas iluminados que nos siguen tocando los cojones cada vez que algún tipo decide poner en marcha un gran proyecto empresarial que bien pudiera darle trabajo a algunos miles de esos millones de jodidos parados. Seguimos sufriendo cómo, de vez en cuando, unos tipos que se creen que sus sueldos son eternos y crecen en los árboles, nos lanzan, de soslayo y desde su torre de cristal, profundas miradas de desaprobación cada vez que tenemos delante una vía de escape, una solución al pozo económico en el que, en gran parte, ellos mismos nos han metido con su política de pitiminí y su ‘burro-cracia’ de papel de fumar.

No es un mal local; no señor. Está extendido y ha gangrenado todo el funcionamiento de la estructura patria, pero la verdad es que en Almería se muestra con su mayor crudeza. Si a estos señoritingos de alta casta político-funcionarial, siempre amedrentados por esos otros ‘ecologistas de profesión’, se les ha atragantado desde el principio el Algarrobico, un proyecto que nos podría regalar más de 2.000 ‘curros’ más o menos estables, esta pasada semana nos hemos enterado que han denegado nueve proyectos de campos de golf de interés turístico, uno de ellos en Almería; entre todos los cuales bien se podría superar la cantidad de 10.000 puestos de trabajo creados.

Y yo me pregunto: ¿si la economía de sus casas, si el pan de sus hijos, si sus pensiones, su sanidad, la educación de sus chavales y sus vidas en general dependieran de talar un árbol de su jardín, no lo harían? Pues a ver si se dejan de gilipolleces de una vez y piensan con la cabeza de todos.