sábado, 2 de junio de 2012


¿Y si nos dejamos de tonterías?



Mire usted, ya está bien. Sí, sí; ya está bien de estupideces, de brindis al sol, de alegorías, de serenatas a la luz de la luna y de poesía romántica ante un par de velas perfumadas. Aquí lo que nos estamos jugando, desde hace más tiempo del que a usted le parece, es el pan nuestro y el de nuestros hijos.

Claro que nos gustaría que fuera todo de otra manera, que pudiéramos estar pensando en auroras boreales y en la cara oculta de la luna, pero la realidad es que hay cada día más gente buscando en los contenedores de basura, que los comedores sociales ya no dan abasto, que no tenemos ni puta idea de si cuando vayamos al hospital nos terminarán cobrando o no y, por desgracia, empezamos a estar bastante seguros de que, cuando nos hayamos convertido en flamantes ‘jubiletas’ y por fin nos podamos dedicar a ver obras, no habrá pasta para pagar nuestro dorado y prometido retiro.

Vivimos en un país con más de cinco millones de parados y subiendo. En un país donde ya ha llegado el momento de tocar lo que parecía intocable, de cuestionar determinados aspectos de la educación, la sanidad y las políticas sociales que deberían ser sagrados. Pero ya no hay dinero y todo se ha convertido en pedestre, en opinable y, sobre todo, en sacrificable. Y en mitad de todo esto, seguimos siendo víctimas de una panda de burócratas iluminados que nos siguen tocando los cojones cada vez que algún tipo decide poner en marcha un gran proyecto empresarial que bien pudiera darle trabajo a algunos miles de esos millones de jodidos parados. Seguimos sufriendo cómo, de vez en cuando, unos tipos que se creen que sus sueldos son eternos y crecen en los árboles, nos lanzan, de soslayo y desde su torre de cristal, profundas miradas de desaprobación cada vez que tenemos delante una vía de escape, una solución al pozo económico en el que, en gran parte, ellos mismos nos han metido con su política de pitiminí y su ‘burro-cracia’ de papel de fumar.

No es un mal local; no señor. Está extendido y ha gangrenado todo el funcionamiento de la estructura patria, pero la verdad es que en Almería se muestra con su mayor crudeza. Si a estos señoritingos de alta casta político-funcionarial, siempre amedrentados por esos otros ‘ecologistas de profesión’, se les ha atragantado desde el principio el Algarrobico, un proyecto que nos podría regalar más de 2.000 ‘curros’ más o menos estables, esta pasada semana nos hemos enterado que han denegado nueve proyectos de campos de golf de interés turístico, uno de ellos en Almería; entre todos los cuales bien se podría superar la cantidad de 10.000 puestos de trabajo creados.

Y yo me pregunto: ¿si la economía de sus casas, si el pan de sus hijos, si sus pensiones, su sanidad, la educación de sus chavales y sus vidas en general dependieran de talar un árbol de su jardín, no lo harían? Pues a ver si se dejan de gilipolleces de una vez y piensan con la cabeza de todos.