lunes, 11 de junio de 2012


La noche en blanco: ¿para cuándo la próxima?



En un momento en el que parece que nadie da con la tecla, en el que especialmente los políticos parecen atascados en la búsqueda del más mínimo atisbo de soluciones, en el que todo apunta a que la esperanza es tan sólo una puta que va vestida de verde, como diría el clásico, resulta que alguien ha puesto en marcha algo que funciona, que da resultados.

El pasado lunes le proponía, mi querido lector, que nos dejásemos de tonterías; que en lugar de dedicarnos a perseguir a cualquiera que se entretenga en crear valor, riqueza y empleo, nos pongamos manos a la obra para hacerle un monumento. Porque las oficinas del paro parecen el monstruo de las galletas que no se cansa de engullir a españolitos con las ilusiones más gastadas que la suela de un peregrino; porque las empresas han entrado en un atolladero de autodestrucción que amenaza con dejar todo esto como un solar; y porque las administraciones llevan años teniendo toda la pinta de estar más superadas que la moda de las hombreras.

Y en esto, en Almería hemos descubierto la pólvora. A alguien se le ha iluminado la bombilla y ha decidido que llenar las calles de cosas, de espectáculos, de eventos, de tiendas abiertas, de todos los centros de referencia cultural hasta las tantas de la mañana, puede conseguir el milagro de sacar a la gente de sus casas, de hacerles que no se olviden la cartera en el bolsillo de otro pantalón, que consuman, demonios, que es lo que nos hace falta a todos.

Porque es cierto, el viernes por la noche, Almería era una feria, un carrusel, una fiesta colorista e inacabable. Una Nochevieja fuera de hora en la que muchos gastaban dinero y otros pocos recaudaban. Pero no se me engañe, lector amigo, que todos esos que recaudaron en la Noche el Blanco, los bares y restaurantes, las tiendas de todo a veinte duros (que no han vuelto, pero llevan camino de hacerlo), las joyerías, establecimientos de moda, de bisutería o de preservativos de sabores, todos los que dejaron la persiana levantada hasta la una o las dos de la mañana, también tienen vida. Y si esa noche han ganado, tarde o temprano gastarán también; y saldrán el domingo al chiringuito para celebrarlo; y se cambiarán la muela picada que les anda jodiendo desde hace años; y hasta puede que paguen impuestos, si no se lo ponemos muy difícil.

Dinamicemos esto como el viernes demostramos que se puede dinamizar. Dejémonos el papel de fumar en casa, arremanguémonos para arreglar el problema olvidándonos de quién diantres nos metió en él, miremos al futuro y al presente con la misma cara de mala hostia que él nos pone y dejemos las sensiblerías y el pitiminí para otro momento. Por cierto, la próxima Noche en Blanco, ¿para cuándo? ¿El mes que viene? Que hace falta.