La noche en blanco: ¿para cuándo la
próxima?
En un momento en el que parece que nadie
da con la tecla, en el que especialmente los políticos parecen atascados en la
búsqueda del más mínimo atisbo de soluciones, en el que todo apunta a que la
esperanza es tan sólo una puta que va vestida de verde, como diría el clásico,
resulta que alguien ha puesto en marcha algo que funciona, que da resultados.
El pasado lunes le proponía, mi querido
lector, que nos dejásemos de tonterías; que en lugar de dedicarnos a perseguir
a cualquiera que se entretenga en crear valor, riqueza y empleo, nos pongamos
manos a la obra para hacerle un monumento. Porque las oficinas del paro parecen
el monstruo de las galletas que no se cansa de engullir a españolitos con las
ilusiones más gastadas que la suela de un peregrino; porque las empresas han
entrado en un atolladero de autodestrucción que amenaza con dejar todo esto
como un solar; y porque las administraciones llevan años teniendo toda la pinta
de estar más superadas que la moda de las hombreras.
Y en esto, en Almería hemos descubierto
la pólvora. A alguien se le ha iluminado la bombilla y ha decidido que llenar
las calles de cosas, de espectáculos, de eventos, de tiendas abiertas, de todos
los centros de referencia cultural hasta las tantas de la mañana, puede
conseguir el milagro de sacar a la gente de sus casas, de hacerles que no se
olviden la cartera en el bolsillo de otro pantalón, que consuman, demonios, que
es lo que nos hace falta a todos.
Porque es cierto, el viernes por la
noche, Almería era una feria, un carrusel, una fiesta colorista e inacabable.
Una Nochevieja fuera de hora en la que muchos gastaban dinero y otros pocos
recaudaban. Pero no se me engañe, lector amigo, que todos esos que recaudaron
en la Noche el Blanco, los bares y restaurantes, las tiendas de todo a veinte
duros (que no han vuelto, pero llevan camino de hacerlo), las joyerías,
establecimientos de moda, de bisutería o de preservativos de sabores, todos los
que dejaron la persiana levantada hasta la una o las dos de la mañana, también
tienen vida. Y si esa noche han ganado, tarde o temprano gastarán también; y
saldrán el domingo al chiringuito para celebrarlo; y se cambiarán la muela
picada que les anda jodiendo desde hace años; y hasta puede que paguen impuestos,
si no se lo ponemos muy difícil.
Dinamicemos esto como el viernes
demostramos que se puede dinamizar. Dejémonos el papel de fumar en casa,
arremanguémonos para arreglar el problema olvidándonos de quién diantres nos
metió en él, miremos al futuro y al presente con la misma cara de mala hostia
que él nos pone y dejemos las sensiblerías y el pitiminí para otro momento. Por
cierto, la próxima Noche en Blanco, ¿para cuándo? ¿El mes que viene? Que hace
falta.