domingo, 20 de marzo de 2011

Amizián

No quiero exagerar. En política, como en todo, hay gustos como colores. Los míos, los colores digo, llevo años reservándomelos y así seguirá siendo. Pero hoy no puedo ocultar mi enfado porque los almerienses, en general, no hemos sido capaces de evitar lo que estoy seguro que es una pérdida muy importante para lo que yo entiendo que debe ser la labor de gobierno en una ciudad: la gestión.
Se va Paco Amizián, o no se va, no lo sé. Pero el caso es que se aparta de la primera línea, como dijo el otro día Luis Rogelio; se echa a un lado y, por tanto, no será el motor del ayuntamiento, como lo ha sido en el ámbito deportivo en la legislatura de hace cuatro años y en las obras y otras muchas cosas en estos últimos cuatro.
Mojarse en estas cosas nunca suele traer nada bueno, porque lo malo que tienen las opiniones es que siempre generan enemigos. En este caso, en mi opinión, el que se echa a un lado es el mejor concejal que ha tenido el Ayuntamiento de Almería en muchos años, quién sabe si no en toda su historia. Quienes se escandalicen con esta opinión tienen dos alternativas: dejarlo aquí o seguir para ver cómo la justifico.
No oculto que me une una cierta amistad con el tipo en cuestión, a pesar de que también considero que es un ser humano duro, rudo, algo bocazas y de los menos sensibles que yo he conocido en mi vida. He visto ‘arados’ que tenían más sensibilidad.
Sin embargo, los almerienses lo hemos tenido ‘contratado’ en los últimos ocho años no para que se gane la banda de Miss Simpatía, sino para que se lo curre a saco en la gestión del dinero que le hemos puesto en la mano. Y ahí, amigo mío, ahí se ha salido el tío. Lo ha hecho a su manera, eso sí, con sus formas de rudo leñador siberiano, pero con un índice de eficacia que yo nunca había visto en política.
Y lo que más me satisface de todo esto, me permitirá el lector la vanidad (y si no, ya sabe) es que su éxito no está basado en ninguna otra cosa que no sea una enfermiza y galopante capacidad de trabajo, una responsabilidad por encima de todo y una seriedad brutal a la hora de llevar a efecto el compromiso con los ciudadanos. Son, éstas, virtudes al alcance de todos, que todo el mundo tiene la oportunidad de conseguir, que se hacen y no ‘se nace’, y por eso me entusiasman.
Con Amizián he compartido tardes enteras, día tras día, de visitas a barrios, a instalaciones deportivas, a obras de todos los colores y a puntos de encuentro con la opinión de los vecinos. Vecinos perplejos ante la presencia de un concejal, que en determinados barrios es una ‘rara avis’, como si se apareciera el mismísimo ET.
Hubiera estado, el hombre, mucho más a gusto en su despacho, recibiendo informes y tomando decisiones de espaldas a lo que pasa en la calle. Pero desde el minuto 1 entendió que sus ‘jefes’ estaban en la calle y no en el despacho.
Por eso, yo estaba feliz y dispuesto a seguir tragándome su manía de no saludar ni al comienzo ni al final de una conversación, sus prisas, su informalidad para devolver una llamada o su marcialidad al transmitir un encargo. Porque para él, el ciudadano estaba por encima de todo. Y porque para reirme, un día de éstos me voy a ver a Torrente.

2 comentarios:

  1. jajajaja me encanta irme a la hemeroteca. Este señor se paseó borracho por roquetas dando volantazos contra todo lo que se le cruzaba. Se ocultó su denuncia hasta que ya salió el juicio y era imposible tapar el tema. Mientrs dirigió campañas de Seguridad vial en el ayuntamiento. Y se largó, que debía haberlo hecho antes, porque a modo de querida le regalaron una instalación deportiva abierta sin licencia y fruto de otras mil irregularidades.

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  2. Va a ser que si, Paco Amizian es un animal politico, pero un bruto trabajando. No se cansa nunca. Menos mal que ha tenido de donde aprender

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